mayo 11, 2013

La iglesia ortodoxa rusa de Los Dos Caminos

La Iglesia Ortodoxa Rusa. Inalterable comunidad de creyentes. La miro desde la acera del frente. El Ávila está a sus espaldas. La cruz de ocho brazos se erige firmemente sobre la cúpula abulbada central. El sitio es pequeño. Todo blanco y verde. Una verja la circunda protegida por un cerco eléctrico, señal de los males de estos tiempos. Me atrevo, giro la manija de la estrecha reja y paso. Todo está muy pulcro; los jardines, regios. Sobre sus paredes blancas, me recibe en el frontispicio una pintura de la Virgen María con letras cirílicas. La observo detenidamente. No me acerco más allá, ya han sonado dos campanadas y no quiero importunar. Permanezco casi inamovible, sintonizada con el lugar. La Iglesia Ortodoxa Rusa de San Nicolás de Caracas parece un oasis perdido entre la bullaranga del Millenium y sus alrededores. Ubicada entre la Avenida El Ávila y la 1ª transversal de la Avenida Sucre de Los Dos Caminos, fue fundada en 1955. De arquitectura bizantina, luce imperecedera. Un joven de ojos azulísimos se acerca. No parece extrañado por la visita. Percibo una atmósfera grata. Luego de unos segundos, el Intendente me recibe, cortésmente da cuenta de la historia de su culto. Es un paseo interesante que va desde el cisma de 1054, donde me aclara que su iglesia no se separó, pues viniendo directamente de Nuestro Señor Jesucristo, es fiel seguidora del dogma dado por Él a los Apóstoles. Me indica además, que allí acuden no solamente rusos, sino cualquiera que profese la religión ortodoxa cristiana, sea judío, griego o etíope. Es muy preciso en sus comentarios, este caballero de mirada directa junto a un esbozo de sonrisa. Me cuenta que este templo se erigió “entre bosques”, pues para la época, la zona no había sido saturada de edificios, casas y demás estructuras. Desde donde estoy parada, veo el interior del templo muy oscuro, contraste absoluto con la intensa luz exterior. De momento una patrulla pasa, luego se detiene. Un agente baja, se acerca y saluda al Intendente, este me indica que el vandalismo y la inseguridad algunas veces también han llegado, por eso el resguardo constante. Lo usual ahora, desafortunadamente. ¡Qué coincidencia nefasta! En el Medioevo, la desconfianza, la desunión y los conflictos fueron las causas de la discordia entre las iglesias creyentes en Cristo. Triste, pero estos mismos factores hoy perviven, inundando todos los ámbitos. Desde el poder y hasta algunas conciencias, muchas perdidas en la inflexibilidad, la intolerancia y la descalificación. La iglesia ortodoxa es símbolo de firmeza y rectitud, pero no de rigidez. Y esto es lo significativo de esta pequeña, reservada e inalterable comunidad de creyentes. El verdadero dogma cristiano es inalterable a la fe original: la del amor. Me despido del Intendente con un apretón de manos agradeciendo el buen tiempo. Veo otra vez, arriba y al centro de la fachada, la imagen de María con sus brazos extendidos.
"Quien os escucha, a mí me escucha; quien os menosprecia, a mí menosprecia"(Luc. 10:16)

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