marzo 10, 2018

La mujer que celebro

Yo celebro a las mujeres que deciden no ser madres, que no creen en el matrimonio, que aman a otras mujeres, que se gozan su vida como quieren y con quien les dé la gana.

Celebro a las que luchan por sus sueños, sus carreras profesionales o sus vidas sentimentales.


Celebro a las que creen en sí mismas, a las que se derrotan por inseguras y, acto seguido, se levantan por corajudas.


Celebro a las madres solteras, las divorciadas, las que no creen en la iglesia católica, las que son apolíticas y las que militan en partidos de vaya usted a saber qué dirección ideológica persiguen.


Celebro a las mujeres que manejan armas en defensa propia y en defensa de otros; las que curan a enemigos y reportan desde campos minados; las que en silencio rompen muros y construyen ventanas.

Celebro a las madres abnegadas que deciden sortear sus frustraciones, a las madres que construyen los mejores hombres del futuro, a las madres que fortalecen a sus hijas desde el valor propio y el respeto al otro.

Eso sí, excluyo de mi celebración a las que sufren de misandria, las que se visten de víctimas sin serlo, las que se mantienen ignorantes y gozan de su brutalidad; las que dicen que necesitan un hombre que las represente, las que aceptan caminar tres pasos atrás del marido, las que usan la maternidad como una penalización para el hombre. Aunque incluso a todas estas les doy el beneficio de la duda y la oportunidad de construirse como mujeres, hurgando en su poder personal y en mayúsculas.