mayo 11, 2013

La cuadra italiana


10 de la mañana. Camino frente al Restaurant Calabria. La calle está despejada. Sin clases y con ambiente de fin de año, todo está como en calma. De pronto, se inunda la vía con la pegajosa Pa pa l’ americano, una versión techno de la original del napolitano Renato Carosone de 1956: “Tu vuo’ fa l’americano”. Los parlantes potentes provienen de un Mirafiori 131 que se estaciona frente al local hacia donde me dirijo. Sonrío, pareciera que estoy entrando en una porción de la bota. La impronta de lo italiano permanece a lo largo de la avenida principal de Campo Claro. Allí puede escucharse la lengua de Dante y uno que otro dialecto, principalmente de Puglia y de la Campania. Entro al Café Vomero (1959), sigue intacto, casi en realidad, don Giovanni Misciagna ahora está atendiendo en las alturas, pero Anna permanece al frente de la Astoria, allí sigue sirviendo un rico nocciola, el infaltable genuino capuccino, hasta el más venezolano de los guayoyitos, como lo hizo su padre barés. El espacio minúsculo es encantador: las reseñas de prensa cuidadosamente pegadas a la pared, las múltiples fotos de familia; un cuadro de San Antonio de Padua junto a una reproducción de Picasso, al fondo un disco de acetato y una foto de Giuseppe Verdi, regalo de un cliente fanático de “La Traviata”. Y es que el italiano ama sus costumbres y estas se apropian del lugar y se esparcen generosas como los olorosos granos. En tan solo una cuadra podemos encontrarnos con hijos dilectos de Marco Polo. Desde El Fetuccine (1972), hasta la Barbería San José atendida por el comerciante más antiguo de Campo Claro, el señor Giuseppe Selletti, recientemente homenajeado por el Consejo Comunal. En boca de Peppe –como le dice Antonietta, su mujer, él llegó al local cuando estrenaron el edificio: 1954; indica que el nombre original de la barbería era San Antonio, pero él lo cambió por su santo patrón. Recuerda que al país llegó en 1949, de su Matera natal, a la mitad entre Bari y Nápoles, aclara, haciendo una pausa mientras termina el corte de un conocido narrador de noticias en televisión. La signora Selletti, expresa que su marido ya atiende a la cuarta generación, aludiendo a la fidelidad de los clientes, además agrega que acuden allí personas famosas como… y da algunos nombres. En fin, solamente cariño hacia lo que hacen, eso es lo que percibo. Esta pequeña porción de gente italiana, permanece en la memoria de los que agradecen la atención con calidad y respeto, desde el trabajo constante y la creencia en las oportunidades. El Ristorante Italiano Giovanni, Radio Capri, el Ristorante Bologna, la Agencia de Viajes Bottoni, nombres que nos trasladan a la tierra de Alessandro Manzoni. La cuadra huele bien. El cielo sigue despejado, sigo mi camino y continúo sonriendo por el tricolori que se ha conjugado con el patrio. Ci vediamo dopo!, me grita alguien.

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