marzo 18, 2014

"Notas del malestar"

"El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. El prójimo es una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio humillarlo, infligirle dolores martirizarlo y asesinarlo." Sigmund Freud, en El malestar en la cultura.

No sé cuántos acuden ahora al psiquiatra, pero hace un tiempo leí un reportaje en un diario que hablaba que los caraqueños estaban posándose cada vez más en algún diván para aliviar pesares. Tal vez tú, que estás leyendo esto, no has pensado ir a un loquero -llámese psicólogo, terapeuta, psicoanalista. Quizá tú con tomarte tres cervezas, echar dos mentadas de madre al aire y despotricar por las redes sociales, tienes. Sería estupendo que con tan solo contemplar ese cerro magistral que nos cuida de vendavales, esa alfombra verde que nos aquieta la vista, pudiéramos encapsular la desazón que significa vivir hoy en esta ciudad, en este desquiciado país.

¿Se han dado cuenta que han "florecido" los movimientos de paz relacionados con prácticas de meditación, yoga, vigilias, charlas espirituales? Hay una población cautiva que espera mensajes de optimismo, que anhela campañas motivacionales que le lleven a pensar que todo estará bien... en algún momento. Junto con esto también pueden verse las "propuestas" de astrólogos, tarotistas, videntes y toda suerte de veedores de suertes ajenas. Hay que creer en algo. No olvidar que somos un país creyente, en toda la riqueza de ese adjetivo.

Lo cierto es que nos sentimos mal. Percibimos el mundo en una dicotomía constante: nosotros, los otros; los buenos, los malos; la verdad, la mentira. Estamos profundamente divididos, incluso dentro de nuestra propia mente, en una suerte de persona con dos seres minúsculos -uno en cada hombro- que nos susurran acciones a emprender positivas o incorrectas. 

No sé qué hará cada quien con lo que siente o con la manera cómo percibe su mundo, su país, pero solo puedo contribuir con las palabras de expertos en la psique, aquellos que escuchan a otros, escudriñan sentires, se atreven a hacer diagnósticos y enrumban a sus pacientes hacia vías de salud mental. En nuestro país, en nuestra Caracas hay uno de estos conocedores. He aquí sus "Notas del malestar":

"La hostilidad del ser humano hacia el otro es constitutiva de la esencia de lo humano, lo que plantea serias dificultades para el establecimiento del lazo o vinculo social.

Es conocido el ejemplo de los puercoespines de Schopenhauer para esclarecer la dificultad que tenemos los seres humanos para relacionarnos con los otros. Un día de invierno hacía mucho frío y un grupo de puercoespines sufrían en sus cuerpos las consecuencias de tan baja temperatura. Necesitaban procurarse calor, para procurárselo se acercaban unos a otros, sin embargo las espinas de los vecinos molestaban demasiado y debieron separarse. En un segundo momento intentan de nuevo la misma maniobra de acercamiento, resultando la misma situación de alejamiento. Al final la necesidad imperiosa de conseguir algo de calor los obligó a encontrar la distancia conveniente entre uno y otro para así ayudarse mutuamente, dando y recibiendo calor. 

La hostilidad o agresión inicial de los puercoespines puede ser equivalente a la de los seres humanos, necesitados de la ayuda de otros para fines comunes, incluso de sobrevivencia. Basándose en la agresión de un ser humano para con otro se establece lo que Freud llamó "el narcisismo de las pequeñas diferencias".

A partir de las posiciones narcisistas asumidas por un grupo o conglomerado se constituye la matriz fundamental de los fenómenos de violencia, desprecio, agresión, segregación y exclusión. Tales posiciones conforman la expresión de una pulsión destructiva que llega a ejercer efectos devastadores en el plano social.
La manera de contrarrestar estos efectos pueden ser extraídos del apólogo de los puercoespines. Es necesario acercarse, establecer una distancia prudencial con el otro, para poder sobrevivir, no solo como sujetos sino también como país.

Se impone en este momento de serias dificultades poder trascender más allá del "narcisismo de las pequeñas diferencias". Dejar tanto la soberbia como la fantasía delirante. De no lograrse este objetivo común, la destrucción de unos contra otros se presenta como indefectible." Dr. Ronald Portillo