marzo 16, 2016

Darse un respiro en La Estancia


Darse un respiro. 
Cuando se vive en condiciones como las de los venezolanos hoy, ese deseo de conectarse con la paz y la armonía se hace urgencia. Necesitamos salir a flote, dar una gran bocanada de aire y sentir que, al menos por un momento, podemos respirar gratamente... Así nos arrastre luego con sus desatinos esa siniestra inmundicia que es el gobierno actual.

Sentir un privilegio.
Disfrutar de un espacio bien mantenido, repleto de verdes, de flores silvestres y de tranquilidad, nosotros que vivimos sumergidos en malas noticias, que olas de pesar nos golpean a diario, es casi un milagro. Este oasis en plena avenida Francisco de Miranda, este espacio inaugurado en La Floresta hace más de 25 años, hoy permanece bonito, abierto al público de martes a domingo y acondicionado para que dejemos la angustia fuera de sus muros.

Hay exposiciones de arte, hay venta de productos artesanales, textiles y de orfebrería, se realizan conciertos, claro, hay también mucha propaganda política, pero, afortunadamente, la naturaleza tiene más poder y la conexión con la tierra y los árboles magníficos de La Estancia, son mayores que la desgastada paja del lenguaje gubernamental.

Los únicos pasos a seguir son buscar el espacio preferido, descalzarse, recostarse de un tronco altísimo y disfrutar o bien del silencio alrededor o bien de un libro como compañía. Quizá solo altere esa quietud un grupo de guacamayos conversando al pasar o tal vez el graznido sorpresivo de un gavilán buscando presa. 

Lo significativo es que en esta ciudad agobiante, en este estrés continuo, pasar un día ese portón y entrar en ese verde, amplio y relajante espacio de regocijo natural lo agradece el alma.