enero 19, 2015

Desmemoria

Una tienda de hace 50 años que ya no está. La señora que vendía trajes de baño que cerró. El negocio de los chinos en la esquina de El Chorro con “nueva administración”. La florista de Santa Mónica que nadie recuerda.
La nota iba a ser de esa tienda de perfumes de Camino Nuevo, la de “toda la vida” frente al estacionamiento sur del Palacio de Miraflores. Luego, sería de la anciana europea hundida en bañadores de los tiempos de María Castaña de la calle Cecilio Acosta de Chacao. Después, de la tienda en la acera alta de la Avenida Sur 1 y la Avenida Este 6, entre la Urdaneta y la Bolívar, con los primeros asiáticos comerciantes, que son ahora otros chinos venezolanizados. Simplemente, la ciudad cambiante, metamorfoseada, desprovista de memoria; invadida de anarquías.
Caracas, la indomable, la ciudad de cambios, nos depara a veces sorpresas injustas. Las crónicas sin tacón, testimonian una transformación que es arbitraria, es constante, a veces ni se sabe cuándo se dio o cuándo va a darse. Por eso, buscar bajo el recuerdo puede desgastarnos esa habilidad de “patear calle”. Los comercios que conocíamos, la gente que daba vida a un lugar, las referencias de los sitios curiosos, en una expresión, la permanencia de la memoria pareciera que ha hecho implosión. Pareciera que lo que resta es encontrar a la otra, la ciudad de las oportunidades, la del resuelve; la del “toero” como oficio de vida. Un volcán que arrasa, traerá otro atolón, quizá.
Así, aparece el músico que con su cello toca frente a la panadería Aída de Los Palos Grandes. Los que se acercan y te dejan una tarjeta que dice: “se bañan, pasean y cuidan perros”. Los que hacen tortas, tesis y bordados en franelas. Los cuchitriles de gente adusta; lugarcitos de mínima mención con niñitas que sueñan ser diseñadoras. Algunos soñadores, ciertos oportunistas; tal vez un lumpen que quiere hacerse notar, que cree tener algo que contar, alguna historia leíble. Sin embargo, no resisto la impudicia. Me niego.
Además, al margen, está la otra misma ciudad: la de lugares que debe irse con escolta, baquiano o lugareño. Sitios de esta metrópoli sumergidos en la inseguridad, que ocultan una casona de…, un monumento a…, una leyenda viviente de más de 100 años, desterrados de la gente, como una muralla donde es imposible llegar, es peligroso acercarse. Calles célebres, historias reales de un pasado glamuroso, vestigios casi derruidos; cronistas de carne y hueso con lucidez que hacen amagos a la desmemoria. A esos los busco, de algunos espero los datos.

A mi ciudad posible me sigo acercando y persisto en la memoria colectiva para descubrirla.

enero 17, 2015

Marisela Díaz: una fibra hecha mujer-atleta

Esta crónica fue publicada en 2011. La cuelgo aquí porque sigo viendo a la profe en el Parque y creo que los agradecimientos deben dársele, se los merece.

El cielo está despejado y los cristofués cantan. Un par de guacamayas se atreve a volar muy bajo. En un alarde de colores, se pasean por el estacionamiento norte del Parque del Este; se detienen entre unas ramas altas; sus magníficas colas: bermellón una, cian la otra, desprenden alegría alrededor. Estas aves, bellas, libres, de vuelo rápido, se parecen a la mujer que trotando se acerca a su vehículo y que con una espléndida sonrisa me saluda como una amiga. La profesora, la profe, o simplemente Marisela, es una mujer-dinamo. Aunque expresa que trota menos de 100 km semanales, su actividad es frenética, solo ralentizada por el cuidado de su pequeña nieta. Jubilada después de 34 años de servicio, un día se preguntó: “¿y qué voy a hacer ahora?”, pero como ella misma afirma que sus deseos siempre se confirman, comenzó a entrenar a un grupo de médicos. De esta manera, se empezaron a encadenar las asesorías físicas, atendiendo hoy a “sus muchachos”, su club de corredores cuya base de operaciones está en el Parque.
Confiesa que empezó tarde en el atletismo. A sus 21 años, ya muchas chicas habían recorrido miles de horas de entrenamiento cuando niñas, o bien en natación o bien en gimnasia, mientras ella, apenas jugaba en los recreos “la ere”, imponiéndose como la capitana siempre. Su habilidad para ser amiguera –típico de su signo Acuario- le trajo muchas satisfacciones y fue el impulso que la llevó a compartir sus aprendizajes. Primero, como estudiante de Educación Física en el Instituto Pedagógico de Caracas, evoca con amor las duras pruebas que tuvo que superar para ser parte de la selección de atletismo. Recuerda “mi reto era: yo sí puedo”. Tenía miedo a competir, inseguridad ante los nuevos escenarios que se le presentaban, pero el profesor, Mihai Zissu, le inspiró la confianza para reconocer su propio talento. Este rumano, que se nacionalizó venezolano para devolverle al país lo que le había dado, fue su mentor. Marisela asegura que de él aprendió mucho –“él era lo máximo, yo anotaba todas sus indicaciones”; ella tenía hambre de aprender. Con los triunfos llegaron las decepciones, las injusticias, como por ejemplo la vez que sufrió de apendicitis; la bajaron de eslabón y no le suministraron los medicamentos precisos. No obstante, la confianza en sí misma y su entrega al entrenamiento le dieron las medallas, los trofeos y la jerarquía que todos conocemos ahora.
Luego, siendo docente egresada nivel 6, su deseo de superación fue su testigo. Gracias a su mejoramiento profesional alcanzó posiciones importantes en otros ámbitos. Durante la gestión de Cornelio Popesco (1998 -2000) trabajó como Directora de Deportes del Municipio Chacao. Hoy asegura que política más deportes es una dupla que prefiere ignorar. Ese mismo año le otorgaron el Premio de la Fundación Avon a la trayectoria y a los logros obtenidos en su desempeño laboral.
Confiesa que su mayor sueño a los 20 fue demostrar su aptitud física, con lo cual empezó a ganar preseas. M de marca. Dios, además, la premió con su primera hija. En sus 30, su sueño de tener a su segunda hija la llenó de gloria, pues deseaba engendrar otra mujer. M de madre. En la actualidad, solo desea disfrutar de lo que hace. M de madurez. En el Día Internacional de la Mujer, celebraremos con M mayúscula, el nombre propio de la mujer amable, entusiasta, firme de carácter, altamente responsable, reservada, de entrañables afectos y fiel a sí misma que se conjuga en nuestra gloria deportiva nacional: Marisela Díaz.

Como expresa Marcela Serrano: “una mujer es la historia de sus actos y pensamientos…”, podría agregársele además, de su sensibilidad emotiva, de su fibra removida. Gracias profe.