mayo 11, 2013

Nuestro Parque del Este


En la vida de muchos caraqueños, el Parque del Este representa un espacio donde están arraigadas parte de sus historias personales. Próximo a su quincuagésimo año, está como un adulto contemporáneo: activo y “guapeándole” a la vida y sus avatares. Hoy en él, se arman carpas para ferias de regalos, tarantines para jornadas de cedulación y stands para propaganda política. Sus 76 hectáreas originales han ido mermando con los años. Persiste el verde porque Dios y la lluvia son grandes. Ahora hay mucho ruido y poco sosiego, no obstante, se mantiene como el recinto vegetal que idearon Burle Marx, Tábora y Stoddart. El Parque es un ejemplo de buenas ideas. En él perviven el Patio de los azulejos (o Jardín amurallado), el Jardín xerofítico y el Patio de la cortina de agua. También continúan los vendedores de pelotas y hula-hulas, el señor del algodón de azúcar y el fotógrafo del parque. Este último no es el de los recuerdos infantiles, con su cámara de cajón primero y luego los flashes de cubito y el avance de la Polaroid. No. El actual se llama Antonio Chiara, se presenta como el fotógrafo de Inparques, habla de su contrato firmado, señala que es el primo del “original”, único con permiso; acusa al que toma fotos cerca del laguito, se inquieta por las preguntas y responde todo de manera cortante. Este hombre sesentón, de batica blanca con bolsillos, llega cada fin de semana con su mesa plástica verde, su paraguas azul enorme y una maltrecha caja de cartón que tiene una cuerdita para amarrar las tapas superiores. Esta hace las veces de portafolio para mostrar las fotitos que toma y maleta para guardar pertenencias. Con la cámara instantánea colgada al cuello, el fotógrafo se mueve más allá de la Concha Acústica ofreciendo destempladamente, voz en cuello, su servicio. Una imagen desenfocada del oficio de antaño. Esto es el parque Francisco de Miranda hoy: estructuras y ornamentos magníficos, que retrataron una época donde los expertos propios y foráneos acudían a hacer florecer creativamente esta tierra. Se velaron las imágenes del lugar donde se observaban aves, se estudiaban especies, se recibían visitas de turistas extranjeros, se congraciaba cualquiera con el ambiente alrededor. Ahora, entre el concreto que contamina, la inseguridad reinante y la torpeza gerencial, se revela un espacio que solamente queda en aquellas fotos en blanco y negro, guardadas en nuestros álbumes familiares. Afortunadamente, los únicos fieles al Parque siguen siendo los trotadores que se reúnen, no solo para ejercitarse cada día temprano, sino también para hacer jornadas de limpieza, una forma de devolverle al parque un poco de lo que ha ofrecido espléndidamente. Para las generaciones actuales en la página oficial del parque, en el enlace de características se puede tener información muy precisa… toda redactada en pretérito, claro.

No hay comentarios: