febrero 01, 2014

¿Dónde busco las buenas nuevas?

Este espacio lo creé pensando en eso que hago continuamente: disfrutar Caracas de un lado a otro. En este transitar sin tacón, cómoda de apremios y atenta a mi alrededor, intentaba percibir el lado amable de mi ciudad natal. Yo que nunca he migrado, veía un panorama estupendo al intentar hacer crónicas desde el optimismo de vivir con el Ávila en primer plano, esa franja verde que se mantiene como mi conexión con el arraigo patrio.
Buscaba, entonces, escribir sobre gente que vivía como...
yo echándole pichón al tráfico, a las aceras dañadas, a las veredas ocupadas por vehículos, a la incivilidad del Metro, pero siempre con una perspectiva de encontrarse desde lo positivo. Los buenos somos mayoría y los emprendedores, laboriosos capitalinos, están por doquier, pensaba -en verdad sigo pensándolo-. Pero la gente ha cambiado, -yo cambié, de hecho- mientras la ciudad sigue viendo pasar a las generaciones, ahora más apáticas. 
Cada vez más me cuesta iniciar una conversación con alguien que me parece interesante... ese señor que vende café en la plaza Miranda en la avenida Baralt, los peruanos que venden papa rellena en las cercanías del Colegio de Ingenieros; el que hace los cartelitos identificatorios de los árboles en Parque Cristal. En fin, me dicen hablar de qué, para quién trabajas, quién es usted, para qué quieres saber, por qué hace preguntas... En el plural no cabe la curiosidad. Hasta la manera de abordar a las personas significa casi un riesgo... O soy vista como una malandra mimetizada, o soy una agente de no sé qué, que quiere sacar no sé cuánto y quién sabe para qué. La desconfianza, puente levadizo.
Caracas es una alegoría. Aquello que se quedó insertado en la memoria de lo vivido en tu infancia y juventud, hoy se da golpes con la adustez ciudadana. 
Caracas no se camina, se patea. Se desencuentra, se vigila, se huye. En sus espacios hay caos, más de 1600 km² de anarquía donde el mando lo tiene la violencia.
Si estás lejos y quieres sabes cómo es tu ciudad, lee Twitter, allí los ciudadanos acusan, señalan faltas, expresan temores. El periódico no es garantía. Ya son escuálidas vías de comunicación, ya forman parte de viejos aforismos. Lo cierto es que el gobierno está instaurado en sus falacias, mientras los ciudadanos sobrevivimos cada 24 horas.
¿En qué se ha convertido mi espacio de crónicas ahora? ¿Qué puedo comentar que rompa la actualidad nefasta que nos rodea? ¿Dónde busco las buenas nuevas? 
...........................
Una noticia me pone a pensar: Asesinan a empleado de la Vicepresidencia. Fungía de escolta. 35 años, albañil de oficio. Saldo doliente: cuatro hijos, mujer, madre. Hacía cuatro años había recibido instrucción para la defensa personal como guardaespaldas. Tal vez gritaba consignas gobierneras, quizá creía en obsoletos regímenes, con seguridad tenía sueños de mejora, allá en Los Magallanes de Catia, oficialista u opositora. Lo triste para mí era que de un oficio digno, con la posibilidad de construir valor desde concreto, ladrillo y cemento, Arquímedes Rodríguez cumplía funciones para cuidar la vida privilegiada de otros... ¿Quién edificará virtudes en sus hijos? ¿Cómo se alzarán el progreso y el bienestar en su hogar desolado? 
...........................
Me compraré nuevas gafas, ajustaré mi brújula, limpiaré el periscopio y me calzaré mis zapatos sin tacón. Hay mucho que ver y contar...

No hay comentarios: