noviembre 26, 2016

Saludo en spanglish

Las historias salen de esas bocas espontáneas, a ratos sorprendentes, otras veces con un toque de indecencia, siempre en tono de confesión.
Si hay algún testigo puede mantenerse mudo por unos instantes, pero de inmediato opina como si fuese de su incumbencia, hasta se atreve a aconsejar, a criticar, a señalar alguna falta. 
Esto es el día a día. Alguien viene y solo escucho. 

Debo, simplemente, mantener la atención. En ocasiones me distraigo en el lenguaje gestual, o en las gráciles maneras de mover las manos, o en algún contoneo sugerente que va a juego con la historia contada. A veces es un fraseo irregular y convulso lo que me hace afinar el oído atento y logro descifrar la larga narrativa que me relatan (a mí que no he pedido cuentos).

Me dicen mis amigos que me voy a topar con muchos “cuenteros”, que es parte de esa idiosincrasia, que son divertidos, que me voy a acostumbrar a sus palabras peculiares... Esa otredad de la lengua española.

No he dejado de preguntarme porqué ese rapto parlanchín de contar intimidades a una completa extraña. ¿Será porque la soledad pesa tanto que hay que despojarse de ese lastre contando? ¿Será que la vida es simplemente compartir y las truculencias, peripecias y desmanes son más interesantes si se relatan a desconocidos?

Me pregunto tantas cosas… y a mí que me gusta tanto estar en silencio -ya bastante tengo con el ruido en mi interior, sin embargo me encuentro escuchando esas historias únicas. 

La pipol de Mayami tiene mucho qué contarme y yo sigo tras el mostrador respondiendo el saludo también en spanglish... Sé que un nuevo cuento está en la punta de esa lengua.

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